Atucucho, 24 de abril de 2020 – El quedarse en casa parece sencillo, pero en realidad no lo es. Existen varias familias de escasos recursos que se encuentran entre la espada y la pared. Para ellas, esperar a que baje la curva de contagios por el covid-19, puede parecer eterno.
Muchos de ellos se encuentran en un dilema: no saben si quedarse en casa y esperar una respuesta del Estado o arriesgarse y salir a vender algún producto o trabajar en lo que se pueda, y de este modo obtener un poco de recursos para así llevar alimentos a sus mesas.
Margarita Chicaiza, moradora del sector La Escuela, del barrio Atucucho, en el noroccidente de Quito, tiene 60 años y habla por su vecino Marco Criollo, un adulto mayor de 89 años, que tiene a su esposa enferma y necesita ayuda urgente. La vecina Chicaiza solicita a las autoridades estatales y municipales, que la ayuda humanitaria para gente vulnerable sea canalizada y organizada de mejor manera. “Hay personas de la tercera edad y discapacitados que no pueden acceder a un computador con internet y no conocen el manejo de las tecnologías para llenar la solicitud en las plataformas, varios de ellos no han recibido ningún tipo de ayuda desde que inició la emergencia, mientras que hay otras personas jóvenes que, sí tienen acceso a internet y logran solicitar la ayuda, la mayoría de ellos sí reciben alimentos”.
Ese es el principal motivo por el cual. los datos de la vecina no aparecen en los registros al momento de las entregas de alimentos, dejándola en una difícil situación. “Antes salía a trabajar, pero ahora no podemos, ahora estamos complicados, porque ya no tenemos dinero para nada, aquí también somos pobres”.
Luzmila Flores, otra vecina del sector, dice que agradece toda la ayuda que están brindando. “¡Dios le pague, esta ayuda sirve bastante!”, le dice a un coordinador del Patronato San José, quien le entrega un kit de alimentos.
También hay el otro punto de vista de quienes coordinan las entregas en los sectores. Cecilia Morales, dirigente del barrio, ayuda en las entregas y con tristeza explica a sus vecinos que no pueden entregarles si no constan en el listado, pues las ayudas se distribuyen siguiendo una matriz de las instituciones, donde se especifica a quién debe hacerse la entrega. Indica también que primero se está atendiendo a personas registradas de la tercera edad, con discapacidad, con enfermedades catastróficas o mujeres cabezas de hogar, luego se podrá brindar ayuda a los demás. Sin embargo, la necesidad de los vecinos del barrio cada vez, va en aumento.
Maritza Calderón, moradora de Atucucho, indica que es buena la labor que realizan y agradece mucho el gesto de apoyo. Pero también advierte que se debería organizar y coordinar bien al momento de levantar la información de las personas más necesitadas, para que la ayuda llegue a quien realmente necesita, de acuerdo a las bases de datos, para que no salgan a las calles y así evitar aglomeraciones por solicitar un kit de alimentos.
Para quienes no han podido registrarse, o si tienen algún familiar que necesita ayuda, lo puede hacer a la página pam.quito.gob.ec, recuerde que es tarea de quienes sí tenemos acceso a internet ayudar a nuestros vecinos que no pueden registrarse para recibir ayuda.
Además, las empresas u organismos que desean brindar ayuda, lo pueden hacer en el sitio de donaciones del Municipio de Quito, a través de una transferencia bancaria o una donación, que puede ser retirada por el equipo del municipio.
Todas las iniciativas de ayuda son bienvenidas en el sector. Finalmente, se hace la invitación a las empresas privadas u organizaciones, a que se sumen y brindan ayuda humanitaria en estos momentos de emergencia, como ya lo han venido haciendo algunos organismos que han coordinado con los dirigentes del sector y han realizado entregas de kits a las personas en estado de vulnerabilidad en días pasados.
Texto y fotos: Juan Manuel López
Que mal que hayan entregado como les da la gana según a mi me llamaron a decir que ya venían que ponga una tela blanca en mi casa para así llegar pero ya vamos una semana y brillan por su ausencia